jueves, 24 de diciembre de 2015

Poema de amor a la carta

Feliz Navidad para todos

Poema de amor a la carta

(Sangre de pintura)


Un poema de amor no es el amor,
tan sólo es un testigo de su ausencia.

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Me asomo al largo insomnio que evidencio
con la abstracción de un deshojado libro,
no puedo discernir ni me equilibro
si aún ando cortejando tu silencio.

Yo que pinté de excesos tu figura,
que moldeé lo alegre de tu pena,
tú, que elevaste a rango de verbena
mi sangre inexcusable de pintura.

Tú, la ferocidad entre los otros
recuerdos que no pinto todavía
y yo, el que se dejó para otro día
las ganas de morir...en fin, nosotros.

Somos una legión de besos muertos

que van de boca en boca forajidos.
anclando en cada puerto inasistidos,
dolidos una vez, otra,  desiertos.


La noche se ha enredado en tus breteles
e inadvertida lanza una proclama:
todo un grito de piel sobre la cama
 que ahonda lo profundo que me dueles.

Y luego en el desván de los murmullos
tan sólo y nada más como consuelo,
se quedaron tus pasos en el suelo
leves y tan intensamente tuyos.


viernes, 13 de noviembre de 2015

Como el limo de la orilla





Llevamos como el limo de la orilla
constancia de bajantes y crecientes
candores y desdenes, infidentes
vestigios de la otrora maravilla.

Estragos que la vida entrecomilla,
la marca residual, los expedientes
de un tráfago de lunas inclementes,
llevamos en las frentes de apostilla.

Y puesta ante la nada y su cortejo
 la imperiosa mirada del espejo
propicia la pregunta gigantesca
que en cada ser humano se repite:

¿Me querrán cuando menos lo merezca,
que será cuando más lo necesite?






miércoles, 18 de marzo de 2015

Brumario




Por el genial estatuto de los ciegos,
no existe otra visión más acendrada, ni más larga
ni profunda que el instinto.
Osado rabdomante de momentos y perfiles
de los cuerpos a distancia...y no tanto
en el brumario inveterado de la vida.

Y si aún prescindes de la lengua, mi prisión por esta hora:
no hay grito más potente, tocante y extendido
que el de amor en la boca silenciada.

Y no es sabiduría, no...ya más quisiera
mi Némesis casual y extrovertido
orbitario en la inquietud del intrapecho.
Es el cruento aprendizaje de la noche
en soledad,
humedecido y reprendido
por la bruma.

Detrás, en la ciudad premeditada,

ya nada es cierto y todo es verosímil.
Barajar y dar de nuevo pareciera
una entidad de lluvia
que acabe por lavarnos las miradas,

como algo mío que tienes y no sabes,
como algo tuyo aquí por encenderse.

Siempre amo lo que no me pertenece.

Como si de suyo cupiera estremecernos
este andar por páramos de ciegos y de mudos,
pergeñando
en la sintaxis de la carne
el oscuro garabato del deseo,
o algún atisbo floreciente
de ternura.

Como algo mío que tienes y no sabes,
yo recorro tu nombre entre la niebla
y te aprendo como quiere y necesita
la honda bisectríz del pensamiento:
vestida de disturbio,
contradictoria
en la suelta de palomas de la risa
o el ángel demudado del espanto.

Pero ya una
cuando regresas
hacia mí,
hacia mi cielo.

Como esta noche,
en tórrida amistad con las paredes,
perseguido por la extraña suerte de que existas
presumo en tu tibia calidad de ausente
la encíclica del beso y su destino
incierto.

Por esta preñada obsesión de salvataje
en la eterna dispersión de los plurales
(siempre fieles a quién sabe...y a ninguno)
puedo amar lo que no me pertenece.

Porque nunca fui más hombre que contigo,
la sangre me señala con el dedo. 



lunes, 16 de febrero de 2015

Morir en su boca






(para NZA)


Morir en su boca fue cosa sencilla.
Un puente y un río, la noche entregaba
una hebra de luna besando la quilla,
portento del aire la luz perfumaba.

Y fue de mi borde y fui de su orilla
y un ardor salobre que se retoñaba
como una paloma, probó la mejilla
donde cada sueño comienza y acaba.

Y así como el día la noche desmembra
a pura estridencia de voces cansinas
sembrando de asfalto la nueva alborada:

como un arrebato del macho y la hembra,
solemos -de nuevo- rondar las esquinas
toda ella que es aire y yo...que soy nada.



lunes, 28 de julio de 2014

MAÑANA









Mañana en la costumbre cuando me haya
desecho de otro día entre los hombros, 
me faltarán de tí los dos asombros
que Dios puso en tus cuencas de atalaya.

Y Dios hizo a septiembre enamorado,
el lirio inesperado entre las rocas,
quizás para guardarnos en las bocas
la patria de los besos del pasado.

Los sueños que andan solos se desmayan
y caen como piedras sobre el nido;
así se irán también sin un sentido
las horas que nos lleven donde vayan.

Las cosas que se dan sin un motivo
no tienen fin, tampoco nacimiento,
nos viven en lo eterno del momento,
quizás... como los versos que te escribo.